Percibo esa fragancia, que tu presencia llenaba,
el vacío de abrazos, que la época marcaba,
tu protección ceñía, mi libertad tardía
que en callados reproches, sostenía.
Y sí..., necesito esas esperas, que trazaban
con hilos invisibles, los caminos de regreso.
Cuando parecía, que nunca marchaba,
sin tu compañía, protectora de guía.
Hoy, en la madurez de mi vida,
sigo tejiendo encuentros, de recuerdos...
que avivan el alma, al sentirse amado
y descubrir, cada segundo tu cobijo maternal...
Paz y Amor
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