Con ansias del encuentro, cada día sorteaba
los cerrojos, que aparecían sedientos,
de que su alma insaciable
atraviese, como de costumbre,
con la velocidad de la luz,
halos de pensamientos, hacia su conciencia.
Insistían y trataban de marchitar
el deseo vertido, en el cáliz del vivir.
Esperanza, de no ser encontrada por
las errantes sombras que la perseguían,
abriendo puertas, que por descuido dejaba
dando paso, al vago recuerdo
de una memoria traicionera, que deambula
al acecho, sin saber que por sortilegio
cada vez más se alejaban de ese espíritu inquieto.
Sabedora de su poder, y animada por su intención,
nada detenía, el soplo infundido desde su corazón...
Paz y Amor
Tus palabras traen bienestar al alma.
ResponderEliminargracias!
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