Deambulaba, con pasos sórdidos, como no queriendo llegar a destino, sabía que lo ocurrido le iba a resultar más difícil, comentarlo que aceptarlo por sí mismo.
Las expectativas iban en aumento, con esa materia se recibía, y todos estaban aguardando, ese final.
Sentía que empequeñecía, y que su cuerpo se encorvaba cada vez más, por la pena que lo sucumbía y lo enmarcaba en esa tarde de sol, donde todo brillaba menos él.
Esa pena que llevaba, lo hizo sentirse el más desdichado del universo, sin tomar dimensión, de lo vano de su pensamiento.
De pronto una frenada, un bocinazo sobresalto su corazón, ése que arrastraba su penar, allí se aceleró y la reacción hizo que por un segundo el mundo, volviese a tener significado.
Y riéndose, murmuró...y sí... mi vida aprobó, suspiro profundo..., erguido y con paso firme, decidió aceptar el desafío de continuar...
Paz y Amor
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